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Cuando eres feliz (eras).

Cuando eres feliz sin saber el por qué, sin tener que pensar en otra cosa que no sea la persona que te acompaña, que te observa y sonríe sin razón. Una mano que te acariciará siempre cuando tus ojos, cansados, se cierren lentamente en armonía con la energía que nos rodea.
Vivir sensaciones y sentimientos nunca descubiertos, sólo leídos e imaginados en libros de aventuras y películas lacrimógenas. La felicidad no es sólo sonreír sin razón, que también lo incluye, pero es llorar y desgarrar tu corazón al sentir que esa persona sufre, que aquella persona te escucha, sabe que te tiene ahí y sabes que la tienes ahí. Felicidad es poder abrir tus temores y debilidades y sentirte más fuerte ante la mirada ajena, que ya no es ajena... Felicidad no es rutina, frialdad, desierto de emociones o continuidad sin obstáculos, sino una cordillera llena de altibajos que siempre acaban en un bello y tranquilo jardín inundado de mariposas y libélulas, olor a rosas, blancas, rojas, rosas y a jazmín, jazmín sin saber de donde llega.
Ese momento en el que descubres tu lado "oscuro" pero que consigues corregir cuando él te sorprende con su amor, su cariño y respeto. Cuando consigues que una persona que no perdona te perdone no tienes que volver a pedirle perdón, simplemente serle agradecida por lo que te hace sentir y por lo que entiendes que siente por ti. No hace falta demostraciones, comprobaciones, simplemente mirarle los ojos, su sonrisa o escuchar su voz al decir tu nombre. Con ello es suficiente, lo sientes en tu interior, en tu pecho, en tus ojos, en tu mente, sientes que entre dos personas, por suerte tú y él, existe esa energía, esa armonía, ese amor. Sí, he dicho amor porque es lo que realmente sabes..

Sí sientes que amas, pero a veces es difícil, bastante, hasta demasiado. Si eres ciego no esperes poder ver la luz, soñar soñamos todos, pero la realidad es sólo una: nos cegamos nosotros mismos.




© Maria Nefeli Panetsos