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Atenas

Artículo sobre Atenas, para la sección de Cultura de DisparaMag.
Atenas, Atenas y Atenas, Grecia, Syriza (ΣΥΡΙΖΑ), Nueva Democracia (Νέα Δημοκρατία), refugiados, Lesvos, crisis, Troika, corrupción, Grexit, referendum, ΝΑΙ/ΟΧΙ, Tsipras, la famosa estrella Varoufakis. Todo esto y más es lo que se sabe, se presenta, se discute de Grecia y por lo tanto es lo que se sabe y se quiere saber desde fuera. Como resultado la imagen de los últimos seis años que se tiene de esta sociedad acaba siendo más bien triste, negativa, casi deprimente. Pero tras esta marea de información se oculta la otra cara de la realidad, ésa que no se define con cifras, partidos políticos, acuerdos internacionales y críticos analistas mundialmente conocidos.
Una ciudad terrenal, hecha por humanos, con personas que quieren vivir, quieren sentirse en casa en cualquier rincón de la ciudad. Es la ciudad más importante de Grecia y reúne los 3 de los 10 millones de habitantes que hay en todo el país, cosa que por un lado crea un ritmo más rápido e interesante, pero que también crea un ambiente más caótico, ruidoso, molesto y contaminante. Aún teniendo este papel en el país sigue siendo una ciudad abierta, disponible, directa hacia la persona que quiera vivir en ella, conocerla de visita o venir a criticarla. De alguna forma se podría decir que en Atenas está abierta a todos los estilos, todas las ideas, libertades y opiniones. No es falsa, no se esconde tras bonitos edificios o gente sonriente pero sin sustancia. Todo su pasado, su historia, sus personas, sus guerras, sus problemas políticos-económicos, sus fiestas, sus momentos de auge, todo está reflejado en sus calles, en sus edificios, hasta en el aire que se respira, algo más contaminado que en el pasado.
La gente por las calles es curiosa, te mira con interés, con desprecio, con ganas de conocerte o hasta de gritarte que te apartes, para no impedir su camino. Pase lo que pase, sea el día que sea siempre hay gente fuera en las calles, en las cafeterías, en los bares, en los negocios o en las terrazas de sus casas, a veces más grandes que sus habitaciones. No da la impresión de ser una ciudad “de negocios mayores”, no hay rascacielos ni edificios demasiado altos, tampoco tráfico demasiado lujoso, pero hay vida, hay interés y misterio, las personas se mueven y tanto en sus trabajos como en sus descansos (que suelen ser duraderos) están activas, tienen ganas de interactuar y llenar sus espacios de charla y mucha energía. Hasta antes de la crisis, no había lugar para grandes empresas internacionales en las calles de tiendas, la economía se centraba prácticamente por completo en los pequeños negocios, autónomas de mucha variedad. El problema de la crisis ha provocado el cierre de muchos de ellos y de la “invasión” en su lugar de esas indeseadas grandes empresas, que se han apoderado hasta de algunos de los edificios más bonitos y elegantes del centro. Por suerte y por la forma de funcionar de la sociedad, la variedad y los pequeños negocios siguen existiendo y siendo una de las características que hacen de Atenas una ciudad alternativa, sin demasiadas influencias externas y con un toque personal que la hace incomparable con otros lugares del mundo.
La forma con la que otros países y potencias externas han estado interviniendo y decidiendo sobre el futuro de Grecia, la sensación que existe hoy en día sigue siendo amarga y de injusticia por los resultados desagradables que han estado siempre provocando tales intervenciones. La dominación turca de cuatro siglos (desde XV hasta la Revolución del 1821), la dominación alemana e italiana durante la Segunda Guerra Mundial, la intervención de Rusia en la política griega y la forma en la que países como Alemania o el Reino Unido se apropiaron de los monumentos griegos, tienen todavía impacto en la sociedad y en el carácter de las personas. Con Turquía por ejemplo, el conflicto no ha terminado: por parte de los griegos se siente la pérdida de los territorios pertenecientes a Asia Menor, pero también la aniquilación del pasado de todas las familias que tuvieron que abandonar sus casas y sus ciudades cuando el 1922 tuvieron que trasladarse a Grecia. Turquía sigue manteniendo la idea de la “reconquista” de los territorios perdidos, de ese trozo de potencia que perdió hace unos siglos y que tiene que recuperar. Todos estos detalles siguen presentes, siguen siendo temas que afectan y forman parte de la vida de los griegos; la mitad del símbolo ateniense se sabe que está disperso en varios lugares del mundo y los nombres de los territorios turcos, en griego, mantienen su nombre griego.
Esta relación con el pasado, con la historia y todo lo sufrido por los abuelos y familiares se ve reflejado también en la forma en la que los jóvenes suelen entretenerse.
Sin considerarse fuera de lo normal, se canta, se escucha y se baila con la misma pasión, con la misma sensación de los antepasados. Gente de veinte-treinta años, pero también de cincuenta, sigue disfrutando, charlando, cantando, bebiendo y comiendo con el mismo estilo y placer que esos marines y trabajadores de los años ’20 hasta ’50 que se sentaban después de un día de trabajo y creaban música contando historias de sus vidas, su pasado, de sus pasiones y experiencias. Las canciones que se suelen tocar y cantar tratan sobre temas tradicionales como los desamores y juegos del amor; pero más interesantes son las canciones que tienen que ver con la política, los “que tienen dinero y poder”, la drogas como el hachís o la heroína, el pasado histórico griego, siempre dotados de un tono irónico y "de chulería".
"Los que tienen mucho dinero"


"Los presidentes"


"El barco a vapor desde Persia"


Un hecho ya común en la vida de Atenas son los cambios de rutina por cualquier tipo de manifestación, huelga o simplemente retraso de algún servicio. La puntualidad, el agobio de llegar pronto, las prisas, no son características de esta ciudad. Sí que es cierto que por esa tranquilidad y ganas de aprovechar, sentir cada minuto que se da en un momento de placer, crea menos tiempo para llegar a tiempo a cualquier sitio de la ciudad, cosa que provoca una irritabilidad y ganas de intentar expresar tal prisa; digamos que las calles y su tráfico son más bien sonoros. Las normas son simples “propuestas”: no existe un sistema de presión y multa que agobie y cree problemas, o miedos sobre ese margen de legalidad que se puede superar sin crear problemas a la ciudad. A todos molesta un poco, pero a todos les gusta sentirse libres, con posibilidades de ser más naturales, más humanos en sus actos, en su movimiento y decisiones en sus vidas.
Gracias a este modo vida, Atenas llega a ser un mundo lleno de sorpresas, una ciudad que parece gris por fuera, pero en realidad está llena de colores. Cada trayecto que se da por las calles malgastadas siempre estará “decorado” con algunos obstáculos. Se siente lo que es tener una gestión pública un tanto “peculiar” y no siempre eficaz. Pero no todo se limita en el caos y el desorden de la ciudad. La molestia inicial que produce el desorden arquitectónico e infraestructural al final desaparece. Todo gracias al olor de naranjos en flor, jazmín y pinos del Mediterráneo que llena las calles de la ciudad y el sol siempre presente lo acompaña durante los nueve de los doce meses del año. Esta energía se siente, se nota en las calles, en el ambiente, en los locales, en las terrazas y hasta en las discusiones que tanto les gusta a los griegos hacer, sed de emociones, tensiones, excitación y “sangre en las venas”.